por Javier Villena Carrillo
Etiopía en 18 atardeceres
Edición propia, limitada 100 ejemplares
Inicié esta aventura solo, pero enseguida se fueron uniendo lectores. Sus comentarios en las redes sociales acompañaron mis atardeceres y llenaron de luz mi soledad. Sostuvieron mis fuerzas cada trayecto y se convirtieron en el verdadero sentido de esta experiencia.
Si alguna vez escribo sobre África confieso que este viaje habrá sido el comienzo.
Quisiera volver.
Quisiera descalzar la distancia y enterrar mis pies en tu arena. Recordar como arde, como late; sentir como tus escamas se enroscan entre mis dedos, como una serpiente, olfateando mis llagas. Quisiera admirar el viento que sobrevuela tu sombra y escala tu espalda, hasta alcanzar el lugar de siempre. Justo ahí…, donde alma y materia se unen. Esa zona, rojiza y dolorida, donde apoyas los días y los llevas a cuestas. Quisiera abrazarte, sentir como el sol que oscurece tu piel recubre la mía, dorándola de bronce, con la misma solemnidad con la que tuestas el café, grano a grano. Quisiera fundirme en tu aroma, cubrirte con millones de motas y recorrer cada milímetro de tu cuerpo, en un reguero de polvo.
Quisiera desnudarme en tus labios y bañarme en esa noche que viste de blanco, recubierta por el mismo algodón que envejece tus manos. Quisiera empapar la luna. Quisiera amarrarte a su estela, a su boca, y que fuese su saliva, desparramada al amanecer, quien amamantase al sol en una lluvia sutil, suave, constante…, que saciase tu sed.
Quisiera suplicarte. Pedirte perdón. Paliar tu dureza, calmar tu dolor, taponar tu hemorragia. Quisiera agarrar tu cintura y alzarte en mis hombros. Alejarte del polvo, del suelo, y que por una vez fuese otro quien sostuviese tu peso. Levantaría tu cuerpo, maltrecho y hundido por el lastre del olvido, y te acercaría al cielo que tanto anhelas. Vendaría tus heridas, liberaría tus huellas y rezaría a ese Dios que sonríe contigo, para que retrocediese en el tiempo; ese que tú conoces de sobra y que yo apenas recuerdo. Ojalá pudiese deshacer tus pasos; devolverte el honor; desandar el camino que ha descuartizado tus pies; y vengar el dolor que te ha impuesto el pasado. Quisiera dejar de llorar. Quisiera haberte conocido antes.
Quisiera volver a empezar.
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